REVISTA EL SABADO - EL MERCURIO
18 DE DICIEMBRE DE 2004
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ACTORES SECUNDARIOS

Ascanio Cavallo

Esta película es la sorpresa del año en el documental chileno y, en particular, en el documental político, una sub especie que tiene más cultores que logros y que con indeseable frecuencia ha producido más ruido que nueces. Actores secundarios procede a la inversa: nada de marketing, cero autobombo, una sola copia, una sola sala y, sobre todo, el registro de un fenómeno menor de la historia reciente, que de otro modo sería casi invisible, y que sin embargo marcó a más de una generación.

El material son los estudiantes secundarios que a mediados de los ochenta se radicalizaron en la lucha contra el régimen militar, con la expectativa de derrotarlo en las calles y dejar paso a la revolución triunfante. Dos décadas después, constatan que esa experiencia de fuego dejó una huella definitiva en sus vidas.

Algunos de esos jóvenes entregaron sus vidas en la lucha; otros, sus estudios y posibilidades profesionales; otros, su estabilidad síquica y emocional, y los más, sus energías en nombre una causa, quizás la última a la que servirían con tanto fervor.

El relato no divaga. Busca la precisión del dato: desde la primera toma, la del Liceo Valentín Letelier, el 4 de octubre de 1984, hasta el gran paro del Instituto Nacional, en mayo de 1986. De la Coordinadora de Organizaciones de Enseñanza Media al Comité Pro Feses. Desde los grupúsculos del Colegio Latinoamericano hasta las potentes escuadras del Liceo de Aplicación. Es una historia con sus propios hitos, su propia épica y sus propios héroes, aunque todo ello resulte minúsculo al recortarlo contra el gran telón de sucesos tremendos que fue la política chilena y mundial en aquellos años.

Pero a la vez es una historia cuya sofisticación desarma y conmueve, porque, a fin de cuentas, trata de cómo se esfuma una revolución. O de cómo se disuelve la entelequia de unos niños a los que algunos adultos, bien sumidos en la clandestinidad, "nos pedían hacer cosas que no eran de niños", como dice con un dejo de tristeza el ex dirigente comunista Juan Alfaro. En uno de los momentos más hilarantes, Rodrigo Hidalgo, ex comunista, explica la conmoción que le produjo la derrota de Pinochet en el plebiscito de 1988, porque, de haber fraude, "íbamos a agudizar la huevá".

Ninguna otra película, libro o ensayo ha tratado de manera tan delicada las decepciones y frustraciones asociadas con la transición pacífica a la democracia.

Pero, sobre todo, Actores secundarios es un gran documental porque no tiene una tesis que pretenda demostrar manipulando imágenes o violentando entrevistados; no juzga, ni denosta, ni hace trampas a sus protagonistas; no se propone la grandilocuencia de agotar un período histórico, sino apenas entreverlo desde la micropolítica, y no quiere usar más que los sobrios recursos visuales del mejor periodismo.

Y también porque, a pesar de su evidente cariño por esa "generación perdida" (el travelling de la reunión final es emocionante), la expone complejamente, con miles de matices, en su patetismo, en su candor, en su frustración y en sus más tiernos orgullos. Gran cine: en Chile o en cualquier parte.