ARTES Y LETRAS EL MERCURIO
16 DE ENERO DE 2005
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DOCUMENTAL. "ACTORES SECUNDARIOS":

LOS VETERANOS DE LOS OCHENTA

Uno de los mejores estrenos del año fue un documental. Con una copia y exhibido en sólo una sala de cine, "Actores Secundarios" repasa la vida de una generación, la que pasó los ochenta entre el liceo y las protestas. Ésta es la historia contada por sus productores y guionistas.


ÓSCAR CONTARDO

Estrenaron en mala fecha para festivales, con sólo una copia y en una sala pequeña en el segundo piso del Cine Arte Alameda. El equipo creador de Actores Secundarios no tenía grandes expectativas. Sólo quería contar la historia de los estudiantes de enseñanza media que en los ochenta se organizaron para protestar en contra del régimen militar. La historia de un movimiento que todos, excepto Pachi Bustos -una de las directoras y guionistas-, vivieron desde dentro. Tres años les tomó hacerlo. Cincuenta horas de grabación, más de cien entrevistas, presupuestos colapsados y vueltos a poner en orden gracias al bolsillo solidario de los amigos. Si Promedio Rojo echó mano del marketing con inusual profesionalismo, Actores Secundarios se quedó en el extremo opuesto, más humilde, colectivo. Ochentero, al fin y al cabo.


Pese a lo silencioso de su paso por la cartelera, el documental fue destacado como uno de los mejores estrenos del año. Ascanio Cavallo y Christian Ramírez le dedicaron sus críticas sentenciando que Actores Secundarios era "Gran cine: en Chile o en cualquier parte".

La marca de "la media"

Fieles al espíritu de "la media" -como llaman al movimiento los que pertenecieron a él-, los realizadores se presentan como grupo. Cinco en total, todos amigos de distintas profesiones. Un equipo que en enero de 2001 oficializó la idea de hacer una cinta con la historia de sus años secundarios, un cuento olvidado a la sombra del protagonismo de las protestas universitarias. "Lo que más nos gratifica es que la historia de los estudiantes secundarios durante la dictadura sea conocida por gente que no sabía que había existido", explica Pachi Bustos, quien invirtió el premio que obtuvo su documental Video Sombra en el Festival de Sitges 2001 en la producción de Actores Secundarios.


"Intentamos distraernos de las vivencias particulares de cada uno de los entrevistados y obtener una mirada global", cuenta Marcela Betancourt, veterana de la generación del 89 del Colegio San Agustín y una de las productoras del documental. En el proceso de ubicarlos, se dieron cuenta lo marcados por la época que estaban todos. Desde los que conservaban la paranoia de la era CNI y no se cansaban de preguntar cuál era el objetivo real del documental, hasta los que colaboraron desde la primera llamada. Estructurado en orden cronológico, Actores Secundarios es narrado por los propios protagonistas. "Hubo gente que sabíamos dónde contactar y otros que tuvimos que buscar". La pluralidad de destinos que tuvieron los protagonistas de "la media" es una consecuencia de la diversidad social de sus miembros. Sociólogos, profesores, periodistas, actores, un amante del reagge y Moncho, que con su historia pone la cuota de desencanto sobre el discurso de compañerismo y compromiso que atraviesa el documental.


Actores Secundarios ha tenido efectos colaterales a los puramente artísticos. La página internet ( www.actoressecundarios.net) recibe las críticas, sobre todo de los contemporáneos al movimiento. A muchos les gusta, a otros no tanto. "Despertó una generación que se sentía en muchos casos trunca, que el año 90 se fue para la casa con las ganas de seguir haciendo cosas", cuenta Mireya Leyton, productora. No fueron aplastados, más bien se le fueron cayendo las escenografías. "De repente llegó la democracia, se cayó el muro de Berlín, el frente nicaragüense fue derrotado en las urnas, El Salvador firmó la paz y la Unión Soviética no tan sólo no era una sociedad ideal, sino un sistema en el que pasaban cosas espantosas", explica Jorge Leiva, responsable junto a Pachi Bustos de la dirección. "La media" era algo así como la última extensión del espíritu de los 70, pero despojado de la ambición de llegar al poder. "Todo el movimiento puede interpretarse como una consecuencia de lo desgranadas que quedaron las personas y los partidos políticos de izquierda en los setenta". En un ambiente de sobreideologización, cualquier cosa debía justificarse con grandes argumentos, "tenías la esperanza de que sin ser nadie podías hacer cambiar de idea a quinientos cabros". La idea a cambiar podía ser desde la hora de la marcha hasta la agenda para exigir democracia. Un lenguaje rebosante de fórmulas y palabras como "estructuras orgánicas" y "movilizaciones", proliferación de siglas -la escena de Lawrence Maxwell en la pizarra es clave- y la inevitable estética del pañuelo lila, el charango y el pergamino con versos de Benedetti. Todo esto combinado con el uniforme, la hora de recreo y las marchas desde Cumming con Alameda hasta la sede del Ministerio de Educación, muchas de ellas registradas por el entonces corresponsal Pablo Salas. De hecho fue Salas quien facilitó las imágenes de la época para el documental.


La comunidad que se había formado con tanta protesta, asamblea, trabajos de verano se disgregó con la nueva democracia. "Persiste la mirada común, la mirada cómplice", acota Mireya Leyton, productora. Veteranos del uniforme, de las tomas por la democracia y por el boleto de metro escolar compartieron una ética y una estética. "El combate no termina con el fin de año. El hambre no sale de vacaciones", rezaba grandilocuente una arenga publicada en uno de los periódicos escolares de la época. "Ahora provoca hilaridad, pero antes era muy en serio". La tecnología al servicio de la causa era precaria. Carbón, esténcil, diseño manual y revistas en papel roneo con nombres como "El piedrazo" y "La Mecha" llamando a no olvidar a los muchos escolares muertos en la época. Mucho antes de que se concibiera un pentium, las cosas eran distintas para los liceanos de Santiago. "Todo era muy grave, en todo se definía algo", recuerda Leiva. Toda decisión, toda intervención en la asamblea implicaba un riesgo vital. "Una frase de Alejandra Costamagna -que no fue incluida en el corte final del documental- decía que la importancia que se le daba a las cosas en esa época era lo más parecido a enamorarse a los quince años". Una radicalidad que ahora no existe, o que está en extinción como colgar las trutrucas y afiches de la marcha de obreros italianos para decorar los muros y demostrar una posición frente al mundo. "El tema del afecto que hay detrás de la historia es muy importante", explica Mireya Leyton. Cada encuentro que organizaban para el rodaje partía con un montón de gente abrazándose y terminaba con intercambio de teléfonos. "Había una necesidad de reencontrarse, aunque nadie sabía muy bien para qué".


Cuadro de honor

Hasta el 23 de enero estará en cartelera en el Cine Alameda "Actores Secundarios". El equipo de realizadores, productores y guionistas del documental de 80 minutos está compuesto por:

Jorge Leiva: Director. Instituto Nacional, promoción 1987.

Pachi Bustos: Directora. Colegio Santa Cruz, promoción 1989.

René Varas: Guionista y asistente de dirección. Liceo 12, promoción 1985.

Marcela Betancourt: Productora. Colegio San Agustín, promoción 1989.

Mireya Leyton: Productora, Liceo 7, promoción 1986.

Parte de este equipo está preparando un documental sobre la historia del grupo "Los Ángeles Negros", su relación con Chile y la trascendencia de su música en el continente latinoamericano.